lunes, 15 de octubre de 2012

GIOVANNI SARTORI



En algunas entradas anteriores hemos hablado sobre la influencia de las nuevas tecnologías en la sociedad. ¿Hasta qué punto nos dejamos influir por esas tecnologías?

Ahora vamos a centrarnos en uno de los grandes avances tecnológicos que provocó una gran revolución social y que incluso actualmente sigue estando en la mayoría de los hogares de todo el mundo es la televisión. Todos la conocemos, es un sistema de transmisión y recepción de imágenes en movimiento y sonido a distancia que emplea un mecanismo de difusión. Algunos la llaman “la caja tonta”, pero la realidad es que muchas personas dedican gran parte de su tiempo de ocio y tiempo libre en observarla. Por tanto no tenemos que ser muy inteligentes para deducir que si tanta gente se dedica a mirar la tele los contenidos que en ella se difunden tienen un gran poder social.
Según Sartori, con la llegada de la televisión “se pasa de pensar en cosas que no se ven a NO PENSAR EN COSAS QUE SE VEN”. Esto es totalmente cierto, alguna vez habéis escuchado el dicho “vale más una imagen que mil palabras”, pues con la televisión esa imagen ya se tiene, por tanto de entrada ya tiene una credibilidad superior a cualquier cosa que un individuo pueda escuchar o incluso pensar, por tanto algo que vemos tiene que ser verdad, y ¿para qué dedicar tiempo a pensar en otras cosas? Sí es más fácil limitarse observar. Para Sartori: “La televisión invierte la evolución de lo sensible en lo inteligible y lo convierte en ictu oculi, en un regreso al puro y simple acto de ver. La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender". 

Debemos tener en cuenta que actualmente con la televisión se difunde información acerca de los sucesos más o menos importantes de cada jornada (¿quién no ha visto un telediario?). Por tanto realiza una función muy importante, la de mantener “actualizada” a la población sobre diversos temas (aunque las informaciones en ocasiones sean verdades a medias).

Sobre esto Sartori tiene su particular punto de vista y dice: "A mí no me interesan todas las informaciones. La información de que un gato ha muerto es trágica pero no me interesa; que salvaron a una ballena me conmueve, pero en última instancia esa ballena morirá porque también las ballenas mueren; que mataron a un perro y hay que ver si se trata de asesinato me hace reír, pero no me parece un elemento importante de mi formación cultural. Me interesa la televisión que informa, al mismo tiempo que forma una opinión pública sobre las cosas públicas, y por consiguiente sobre la política".

La realidad es que la televisión tiene un gran poder debido al número te telespectadores, y por tanto es responsable de generar una opinión pública en torno a una determinada cuestión. Precisamente este es un gran peligro, o mejor dicho un gran problema, porque la opinión pública no debería estar tan influenciada por estos medios. Sartori pone especial atención a la opinión pública de cosas públicas que genera este tipo de tecnología. Y no es para menos porque de alguna forma es como si nos indujesen a que tenemos que pensar, que postura tomar ante una situación concreta, o por ejemplo a qué partido tenemos que votar. Precisamente el tratamiento que la televisión hace de la política es otra de las cuestiones con las que Giovanni muestra su carácter ya que él piensa que no se le da a la política la importancia que merece textualmente dice: "Si la política produce una ciudad incorrecta terminamos en prisión. Si la política se equivoca nos empobrecemos, comemos poco y mal. La paradoja es que dependemos cada vez más de la política, porque la política interviene cada vez con mayor frecuencia, pero cada vez nos interesamos menos por la política", su hipótesis es que este desinterés viene producido por una mala explicación, porque la población no se interesa por algo que no comprende.

Concluyendo la socialización audiovisual anula la capacidad de abstracción y, consiguientemente, atrofia la función del intelecto. Para Sartori, la televisión, en términos culturales y de valores, destruye mucho más de lo que transmite. "La televisión -dice Sartori-premia y promueve la extravagancia, el absurdo y la insensatez y multiplica al homo insipiens". Pero también produce efectos perversos sobre la sociedad democrática, en la medida que sólo da espacio político a una pequeña nómina de políticos y desplaza a la oscuridad pública a los restantes. En una sociedad donde se da valor a lo visible, se produce la paradoja que de la mayoría pasa al estadio de lo invisible, queda fuera de la huella mediática.

Para Sartori, la democracia parte de la existencia de un electorado con capacidad de elección. Sin embargo, la televisión cambia el escenario, ya que sus estímulos de opinión no reflejan la realidad. Cuando los políticos toman en consideración los sondeos de opinión, ésta es, en realidad, la expresión de la agenda y los valores que la televisión ha suministrado a la audiencia.
En cuando a la calidad informativa de la televisión, Sartori entiende que no sólo ofrece menos contenidos y peor contextualizados de lo que ofrecen otros medios, sino que banaliza, empobrece y falsea la información, fruto de una práctica profesional autodefensiva en la que se asume que la televisión es necesariamente así.

Pero para tener en cuenta las opiniones e hipótesis de Sartori debemos de tener en cuenta su trayectoria.


Sartori nació en Florencia, Italia, estudió ciencias sociales en la universidad de su ciudad natal. Docente de filosofía moderna y doctrina del Estado, impulsó la creación de la primera Facultad de Ciencias Políticas en Italia, la Cesare Alfieri. Ha ejercido la docencia en las universidades de Stanford, Yale, Harvard y Columbia. Profesor emérito de las universidades de Florencia y Columbia en Nueva York. Es doctor honoris causa por las universidades Georgetown de Washington (Estados Unidos), Guadalajara (México) y Buenos Aires (Argentina). Fundador y director de la Rivista Italiana di Scienza Politica (1971-2003). Es premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2005. Sus trabajos en torno a la ciencia política y a los sistemas políticos se han aproximado al mundo de la comunicación cuando ha analizado el papel de los medios en la sociedad actual, especialmente en Homo videns. La sociedad teledirigida (versión española editada por Taurus, Madrid, 1998; portuguesa, Homo videns. Televisão e pós-pensamento, Terramar, Lisboa, 1999 y Edusc, Bauru, 2001), y Videopolítica. Medios, información y democracia de sondeo, México, Fondo de Cultura Económica-ITESM, México DF, 2005. Es miembro de la Accademia Nazionale dei Lincei y editorialista de Corriere della Sera. Desde 1988 es vicepresidente de Societá Libera, destinada al estudio y la promoción de los ideales liberales en la sociedad.

Por último destacar que me parecen muy interesantes las posturas y los argumentos de Sartori,puesto que me aportan nuevos puntos de vista. Además para poder comprender totalmente la visión que este autor tiene sobre la televisión, me parece imprescindible adjuntar un vídeo acerca de las teorías de Sartori, concretamente acerca de la concepción de la democracia.





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